Bruxismo: causas, consecuencias y tratamiento

¿Qué es el bruxismo?

El bruxismo es el hábito inconsciente e involuntario de apretar o rechinar los dientes. Su origen es muy variado, pero se sabe que está potenciado por ciertos estados emocionales como la ansiedad, el estrés y la tensión. Esto, sumado a factores como la alteración en la posición de los dientes, suele confluir en la aparición del bruxismo.

Generalmente se produce durante las horas de sueño, lo que se denomina bruxismo nocturno, aunque hay personas que también lo sufren durante el día, lo que se conoce como bruxismo diurno.

Puede aparecer a cualquier edad, pero normalmente el bruxismo en niños suele ser un episodio autolimitado que desaparece solo, aunque en otros casos se mantiene en la edad adulta.

Se trata de un problema muy común y se estima que aproximadamente el 70% de la población lo ha padecido en algún momento. Puede ser que este hábito aparezca solamente de forma temporal, pero ante el riesgo que supone, es preferible prevenir y consultar a un especialista.

¿Cómo se produce?

En rasgos generales, lo que se genera es un aumento de la actividad de los músculos de la masticación, lo que a la larga provoca un aumento de su tamaño. La consecuencia de esto es que se generan fuerzas de una intensidad muy superior de lo normal, que si persisten en el tiempo provocan una fricción continua entre los dientes que termina desgastando su esmalte de forma irreversible.

Es importante puntualizar que no es imprescindible la presencia de dientes naturales para sufrir este hábito, pues se observa también en pacientes desdentados y en portadores de prótesis fijas y removibles.

¿Cuáles son sus síntomas?

El bruxismo se manifiesta principalmente a nivel dental, muscular y articular.

  •  A nivel dental: 

Lo más típico es el desgaste de las caras de los dientes que empleamos para masticar, lo que denominamos cara oclusal e incisal. Esta parte del diente contacta con la del diente contrario y su roce continuo termina desgastándolas, de manera que los dientes pierden su forma original y parecen mucho más planos. Cuando estos desgastes son profundos, se puede observar la exposición de la pulpa, lo que desencadena un aumento de la sensibilidad pulpar al frío y al calor. La fractura de los dientes y de los empastes, así como la presencia de fisuras en los dientes como consecuencias de las fuerzas, son otras señales de que podrías padecer esta patología, e incluso, es posible que la persona que duerme al lado refiera sonidos audibles durante las horas de sueño.

  • A nivel de tejidos blandos:

Asimismo, las encías se pueden ver afectadas por este problema. Si están sanas, se produce una disminución del espacio periodontal, mientras que si están enfermas, aumentará la movilidad de los dientes. También es común que a nivel del cuello del diente, cerca de la encía, se formen unas «muescas» o «escalones» asociadas a retracción de las encías y la consecuente exposición de la raíz, de forma que quedan descubiertas causando sensibilidad.

También pueden aparecer manifestaciones en la mucosa bucal, como lesiones por mordisqueo en la parte interna de los carrillos y marcas en los bordes laterales de la lengua.

  • A nivel articular:

La articulación temporomandibular (ATM) es la articulación que une la mandíbula al cráneo. Puede verse afectada al intentar abrir y cerrar la boca si se produce desviación en estos movimientos, o una apertura reducida o limitada. El dolor, y la presencia de chasquidos o crepitaciones provenientes de la articulación también nos indican la existencia de un problema.

  • A nivel muscular:

Contracturas, sobrecargas y fatiga muscular, principalmente en los músculos que intervienen en la articulación. Muchas veces, el aumento de estos se percibe a simple vista en la cara de los pacientes que aprietan mucho, ya que suelen tener las facciones más marcadas y cuadradas.

El dolor muscular puede ser crónico y generalizado, pudiendo extenderse a diferentes regiones como la cabeza y el oído, e incluso hacia el cuello, los hombros y la espalda. Normalmente, estos dolores impiden un descanso suficiente y de calidad, lo que genera falta de sueño y problemas en el rendimiento durante el día.

¿Cómo se diagnostica?

Muchas veces, son los propios pacientes quienes vienen a la consulta refiriendo algunos de los síntomas del bruxismo. Sin embargo, es posible que sufras este trastorno y que no lo hayas percibido, pero una revisión general por parte de un profesional suele ser suficiente para identificar el problema.

En primer lugar, realizaremos una exploración completa, primero intraoral, donde valoraremos si tus dientes y tejidos blandos están afectados. Seguidamente, realizaremos una exploración extraoral, palpando los músculos y la ATM en diferentes puntos.

Además, te haremos una serie de preguntas orientadas a detectar el alcance del problema. En casos puntuales en los que exista un problema avanzado que afecte a la ATM, pueden ser necesarias pruebas complementarias. 

¿Qué tratamiento está indicado para el bruxismo?

Hasta donde conocemos en la actualidad, no existe ningún tratamiento para curar el bruxismo. Lo ideal para tratarlo de raíz sería eliminar su principal factor desencadenante, es decir, el estrés. Como sabemos, esto no siempre es sencillo y muchas veces se escapa de nuestras competencias como odontólogos, por lo que en ocasiones consideramos necesario derivar a un psicólogo para conseguir manejar el estrés y la ansiedad.

Los tratamientos que empleamos están encaminados a reducir los síntomas y consecuencias del bruxismo. Nosotros, como profesionales, recomendamos tratarlo siempre ya que a la larga puede acarrear limitaciones funcionales graves.

  • Férula de descarga:

El tratamiento de elección más efectivo del que disponemos es la colocación de una férula de descarga. Se trata de un dispositivo intraoral de resina rígida en forma de herradura que normalmente se coloca en los dientes de arriba. Tomaremos unos moldes de las medidas de tu boca y reproduciremos tu situación inicial mediante unos modelos de escayola. Con esto, estudiaremos tu caso para confeccionar una férula que lleve tu mandíbula a una posición ideal y que se ajuste perfectamente a tus dientes.

Esta férula actúa disminuyendo la actividad muscular al tiempo que evita el contacto entre los dientes, impidiendo así su deterioro. Si has utilizado previamente otro tipo de férulas, por ejemplo la que se coloca después de llevar ortodoncia o las de protección para deportes, debes saber que esta tiene un grosor y una dureza mayor, lo que permite amortiguar las fuerzas. Por lo general, se recomienda su uso durante la noche, aunque en caso de personas muy bruxistas, también puede ser beneficioso llevarla a ratos en casa.

  • Otros tratamientos:

Por otro lado, es posible que necesites lo que se denomina un ajuste oclusal. Durante el estudio de tus modelos, exploraremos la forma en la que muerdes para comprobar si existen puntos que estén recibiendo más cargas de las convenientes. De ser así, es posible que necesites tratamiento de ortodoncia para alinear los dientes y repartir las cargas oclusales. En casos más sencillos, se puede intentar regularizar de forma directa, modificando ligeramente los contactos de los dientes.

Otra medida de la que disponemos es la administración de bótox para disminuir la actividad muscular, así como medidas farmacológicas, como miorrelajantes y antiinflamatorios o analgésicos en periodos puntuales en los que el hábito esté muy activo. Los ejercicios musculares realizados en casa, así como la fisioterapia y la electroestimulación, también pueden ser grandes aliados.

¿Cómo se tratan las consecuencias del bruxismo?

Por último, el tratamiento de las secuelas dependerá del grado de afectación de tus dientes. En ocasiones será necesaria una rehabilitación oclusal completa para restablecer la dimensión que tenían los dientes antes de que comenzasen a desgastarse. La Doctora Cristina García Gutiérrez-Marcet es especialista en tratar este tipo de casos que necesitan un abordaje más complejo. Ella te dará un diagnóstico preciso y te indicará el tratamiento más adecuado en tu caso.

Si has notado algunos de los síntomas de los que hemos hablado, como la tensión muscular o la dificultad de abrir la boca por las mañanas, es muy probable que sufras bruxismo. Te recomendamos que solicites una cita para valorar tu caso y evitar que las molestias se perpetúen y agraven con el tiempo.