Cuando hablamos de dientes incluidos, nos referimos a aquellos dientes que no han emergido completamente en la arcada dentaria, a pesar de haberse formado correctamente durante su etapa de desarrollo.
Esta situación se da sobre todo en personas jóvenes y es un motivo de consulta habitual entre nuestros pacientes. El equipo de Artem Dental, cuenta con especialistas en todas las ramas de la Odontología, que trabajan de forma coordinada para ofrecerte una solución a cada problema. Y es que en ocasiones, el tratamiento de estos dientes incluidos requiere un abordaje por parte de varias disciplinas.
En el artículo de hoy, te contamos cuál es la causa de este problema tan frecuente, en qué consisten las diferentes actitudes terapéuticas, así como las consecuencias de no tratar esta situación.
¿Qué dientes pueden estar incluidos?
Lo primero que debes saber, es que esta situación puede darse tanto en dientes temporales como en permanentes. Y aunque puede ocurrirle a cualquier pieza, existen dos grupos de dientes permanentes con más posibilidades de quedar incluidos: los caninos superiores y los terceros molares, conocidos como muelas del juicio.
Esto se debe a que, según la cronología de la erupción dental, lo habitual es que estos dos grupos de dientes sean los últimos en aparecer en boca. Y esto implica que, cuando salgan, el resto de los permanentes ya habrán erupcionado. En caso de que el hueso del paciente no tenga el tamaño necesario para albergar todos los dientes, los que ya han erupcionado ocuparán, no solo su espacio, sino también el que le corresponde a los dientes vecinos.
La causa de esta falta de espacio se debe a una cuestión evolutiva: con el paso de los siglos, el tamaño del maxilar y la mandíbula se ha ido adaptando a las necesidades de la especie, mientras que el número y las dimensiones de los dientes no ha variado tanto. Debido a esto, en ocasiones los caninos superiores y los terceros molares, no cuentan con el espacio suficiente para salir y colocarse en su posición correcta y quedan retenidos dentro del hueso.
¿Cómo se diagnostica un diente incluido?
En ocasiones, la presencia de un diente incluido puede pasar desapercibida. Esto es frecuente en el caso de los terceros molares, ya que se consideran piezas prescindibles siempre que estén presentes las demás muelas. Si por el contrario, el diente incluido es un canino, el paciente suele ser consciente de ello porque corresponde a una zona estética y esta se ve comprometida, a no ser que los caninos temporales sigan presentes.
Normalmente, una radiografía panorámica suele ser suficiente para que el odontólogo compruebe la presencia de un diente incluido. Sin embargo, para cerciorarse de cuál es exactamente su posición tridimensional y su relación con estructuras anatómicas importantes, es necesario hacer un escáner (CBCT). En Clínica Artem Dental, disponemos de un equipo completo de diagnóstico por imagen, de manera que podemos hacer ambas pruebas durante la primera visita.
Gracias a estos registros, podemos analizar la situación del diente desde varios ángulos para determinar el riesgo potencial de mantener esa pieza, así como la viabilidad y el acceso en caso de que sea conveniente extraerla.
Además, una historia clínica completa con los antecedentes médicos del paciente, también serán de especial interés para averiguar cuál es la causa del retraso en la erupción, en caso de que lo hubiese. Y es que en ocasiones, la causa de tener un diente incluido puede estar relacionada con malnutrición o problemas genéticos.
¿Cómo se clasifican los dientes incluidos?
En rasgos generales, podemos agruparlos en dos tipos, según su localización y grado de inclusión en el hueso:
– Dientes totalmente incluidos: están recubiertos al completo por hueso, por tanto no son visibles en boca.
– Dientes parcialmente incluidos: nos referimos a ellos como semiincluidos, y son aquellos que han conseguido erupcionar parcialmente. Es muy común en las muelas del juicio, por ejemplo, donde podemos ver una o dos cúspides intentando emerger, ya que su corona se queda a medio camino entre el hueso y la posición en la que debería estar.
¿Qué problemas puede dar un diente parcialmente incluido?
De estas dos situaciones, la segunda es menos favorable, ya que al estar parcialmente recubiertos por encía, la higiene en esta zona es más complicada y tienden a acumular más placa, lo que nos hace más proclives a sufrir una infección crónica por parte de las bacterias presentes en el medio oral. Algunos de los síntomas que el paciente puede notar son:
- Episodios recurrentes de dolor
- Inflamación, sangrado e incluso supuración
- Dificultades para ocluir correctamente
- Mal aliento y sabor de boca desagradable
- Alteraciones de la sensibilidad
Además, el diente retenido puede adoptar una posición horizontal y entrar en contacto con el diente de delante, provocando:
- Caries, tanto en la corona como en la raíz
- Reabsorción de su raíz
- Bolsas periodontales profundas
- Quistes o tumores
¿Es recomendable tratarlos siempre?
Frente a un diente incluido, se pueden adoptar tres posturas:
- Vigilar su evolución:
Es la opción más conservadora y consiste en ir haciendo un seguimiento a lo largo del tiempo para descartar problemas. Elegimos esta opción cuando el paciente no presenta sintomatología y no hay signos de que esté comprometiendo a los dientes de al lado. También optamos por vigilarlo si, tras estudiar el caso, determinamos que es más arriesgado quitar el diente que mantenerlo.
- Extraer el diente:
La decisión de quitar esta pieza va dirigida casi exclusivamente a las muelas del juicio, ya que son dientes que, por lo general, no tienen demasiada utilidad a nivel funcional y estético. Normalmente, quitamos los terceros molares si dan problemas de forma recurrente.
- Recolocarlo en su lugar correspondiente:
Esta opción es la más recomendable en caso de caninos incluidos, ya que son piezas visibles al sonreír y comprometen la estética del paciente.
¿Cómo se extrae una muela del juicio incluida?
Si el diente está totalmente incluido, será necesario hacer una pequeña incisión en la encía para acceder a él y poder eliminar el hueso que lo recubre para proceder a su extracción. Si el diente se encuentra en una posición muy desfavorable o en relación con estructuras anatómicas que puedan verse comprometidas, será necesario derivar al paciente a un Cirujano Maxilofacial. También se recomienda extraerlos a nivel hospitalario si la magnitud de la intervención lo requiere o si el paciente presenta alguna condición médica especial.
En cualquier caso, si la muela del juicio dispone de espacio suficiente para salir, contacta con su pareja al ocluir y además presenta buena higiene, no será necesario extraerla.
¿Cómo se recoloca un canino incluido en su lugar original?
Esta intervención, conocida como fenestración de caninos, tiene como objetivo acceder al diente que se encuentra retenido y traccionar de él para llevarlo a su sitio correspondiente, siempre que su posición dentro del maxilar lo permita.
Para ello, se realiza una pequeña incisión en el paladar, a la altura en la que esté el canino, y se confecciona una pequeña ventana por la que se accede al diente. Tras esto, se coloca un botón en su corona y una pequeña cadena que permite ejercer una fuerza leve y controlada que, con el paso del tiempo, consigue aproximar el diente al lugar deseado.
Esta cirugía requiere un trabajo coordinado entre la encargada del área de Ortodoncia, la Doctora Teresa Alvear Campuzano, y nuestro especialista en Microcirugía, el Doctor López Carpintero.
Tanto la extracción de terceros molares como la fenestración de caninos, se consideran cirugía menor y se realizan de forma rutinaria en la consulta odontológica, siempre bajo el efecto de la anestesia local para que el paciente no sienta ningún dolor.
Su postoperatorio cursa con una inflamación transitoria y a veces una leve molestia durante dos o tres días. Como siempre, resultará imprescindible seguir estrictamente las recomendaciones del profesional, que incluyen una dieta blanda y en ocasiones, la administración de antiinflamatorios y profilaxis antibiótica.